¿Sabes diferenciar cuándo sentimos hambre real o cuándo es emocional?


Es importante que sepamos diferenciar cuándo sentimos que tenemos hambre real o fisiológico, y cuándo tenemos hambre emocional. Es la clave para identificar qué relación para con la comida tenemos. 

Casi tod@s hemos tenido (o tenemos) en algún momento de nuestras vidas, momentos disfuncionales con la comida. Pero hemos de ver qué los provocan y cómo resolverlos. Detectar si nos encontramos ante una persona que lo que siente es hambre real es más sencillo y más fácil de manejar. En esos casos suelen haber carencias nutricionales de algún macro o micronutriente, o puede ser que la cantidad de ingesta no sea la adecuada en su caso, o que el tipo de comida sea muy pobre nutricionalmente, etc... En esos casos, podemos hacer varias preguntas a la persona sobre sus hábitos, ingestas, horarios, actividad física, etc...y encontramos la causa. Pero cuando hablamos del hambre emocional no es tan sencillo. Aquí las causas pueden ser múltiples y tienen mucho que ver con nuestro estado anímico (bloqueos, tristeza, ansiedad, frustraciones, etc....). 

El binomio comida-emociones es bidireccional, porque lo que comemos afecta a nuestras emociones y comportamientos, y estos a su vez, se ven influidos por la relación que mantenemos con la comida. Una relación en muchas ocasiones, de amor-odio. ¿Acaso comemos igual después de una bronca con el jefe? ¿Y cuando estamos relajados disfrutando de un buen paisaje y compañía?. Rotundamente no!. Por ello debemos de "bucear" dentro de nosotros mismos, de forma muy honesta y tomar consciencia desde dónde comemos esto o aquello, qué sentimientos o sensaciones nos produce, cómo nos sentimos antes y después, qué recompensa o placer me hace tener el comerlo, etc...

Vamos a ver cómo podríamos identificar de forma rápida si lo que sentimos es hambre real o hambre emocional:

El hambre real siempre es gradual, progresivo. Nuestro sistema nervioso central se encarga de interactuar con el sistema digestivo para dar las señales de saciedad o hambre. Así que, si la sensación de hambre llega poco a poco a medida que pasan las horas desde la última ingesta, es perfectamente factible que sientas hambre real. Tu cuerpo empieza a demandar comida y energía para seguir funcionando. Pero cuando nos entra una sensación de comer algo repentinamente, escúchate. Como hemos dicho, el hambre real no llega de repente. ¿Por qué te vienen esas ganas de golpe de comer algo?. ¿Qué ocurre en ese momento en tu vida?. ¿Por qué necesitas comer ahora mismo ya, y de forma urgente?.... Éstas son preguntas que te puedes formular y que te darán muchas respuestas. Es evidente que ante un hambre repentino y con urgencia, hablamos de hambre emocional.

Fijémonos también en el tipo de alimentos que nos apetecen. Cuando sentimos hambre real, no tenemos apetencias concretas normalmente. Podremos tener preferencias por unos platos u otros pero no necesitamos comer esto o aquello concreto. En cambio, cuando sentimos hambre emocional necesitamos alimentos específicos. Antojos. Y no puede ser otra cosa. Ha de ser eso!.

Otra sensación a la que deberíamos prestar atención es a cómo nos sentimos física y anímicamente después de ingerir ese alimento. Cuando se trata de haber cubierto una necesidad fisiológica, vemos que nos vamos sintiendo satisfechos a medida que comemos, hasta sentir esa sensación de saciedad. Y nuestras digestiones no son pesadas y emocionalmente nos sentimos relajados. Pero cuando nos enfrentamos a una situación de hambre emocional, nunca es suficiente. Es como si no pudiéramos parar de comer (y lo sabemos!), con lo que entramos en un bucle del que nos es difícil salir. Sobre todo, porque si hay algo que nos produce el comer emocional es que siempre creemos encontrar en ese momento una recompensa. Por eso lo hacemos una y otra vez...Que es irreal, lo sabemos. Pero en esos momentos te vence más el deseo de satisfacerla que el poder aplacarla. 

Y por último, otro punto importantísimo es el diálogo posterior que "nos decimos" cuando hemos comido. Cuando hemos satisfecho una necesidad de hambre real no hay culpas, ni diálogos internos negativos. Cuando hemos comido para apagar una sensación de hambre emocional, sí. Nos decimos esas cosas de "otra vez he caído", "no soy capaz de controlarme", "siempre peco a las mismas horas", etc....Y nos sentimos frustrados, con vergüenza de no ser capaces de tener autocontrol, culpables....

Quizás te hayas sentido identificad@ con algunas de las cosas que te he explicado en este post. No es malo!. Aprovecha para ver en tí una oportunidad de cambio, porque se pueden revertir estas acciones y emociones. ¿Cómo?. Como siempre digo, trabajando desde el autoconocimiento de uno mismo, "buceando" en tu interior hasta identificar qué situaciones, personas, hechos....de tu vida te están generando esas emociones, y que pretendes tapar mediante tu relación con la comida. Es ahí donde la psiconutrición es clave, para acompañar a las personas a cambiar desde dentro su relación con la alimentación. Sólo reprogramando nuestras creencias, trabajándonos emocional y físicamente y derribando anclajes limitantes lograremos el cambio real y definitivo. Cambiando de una dieta a otra, o llenándonos los armarios de superfoods de moda, no.

¿Y tú, te sientes identificad@ en algunas de las cosas que he comentado?. ¿Alguna vez has sentido hambre emocional?. Si te resuena y te apetece, pon tu comentario. Te leeré encantada! .

Comentarios

  1. Muy interesante todo lo que dices. Enhorabuena, excelente bloc.

    El Agosto pasado pesaba 60 Kg este peso 96 Kg…¿Qué ha pasado?¿Hambre real o hambre emocional?.

    La mejor dieta INSANA puede ser un buen disgusto, estrés de caballo, presión laboral y así hasta el infinito de cosas malas que nos podamos imaginar, o sea 60 Kg, no te entra la comida ni aunque te paguen. El hambre real no existe, ya que el mal rollo te adsorbe todo, no tienes hambre, solo mala leche, te baja la glucosa y eres un ser sadomasoquista, te alimentas de nicotina, cuando injieres alimentos, sin saberlo, vuelves a ser persona. Chocolate, bollería esos pequeños o no, placeres “emocionales” a modo de premio/recompensa son los que dan sentido a tu alimentación/vida.

    Me gusta comer, me gusta imaginar cómo va a quedar tal plato después de cocinarlo y cuál es la mejor forma de ejecutarlo en función del tiempo que tengo, me gusta planificar las comidas de casa, me gusta comprar al día (que no el supermercado Dia) me gusta comprar sin tener nada pensado y en función de lo que veo compro, me gustan las verduras, ensaladas, carnes, legumbres, sopas, cremas, carnes, pescados no me gustan los fritos, no como frutos secos, la cena del sábado es Pizza por decreto ley.

    Por suerte, no tengo diálogos internos de culpabilidad si abuso de alimentos placenteros (embustidos, bolleria etc) tb será por que los compro con cuentagotas y sé que son el enemigo.

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    1. Hola!, gracias por leer y comentar antes que nada!. Tú mismo te estás respondiendo cuando dices que una "dieta insana" pueden ser emociones negativas, que luego te impulsan a comer cuando no toca o lo que no es tan saludable. Esas recompensas de las que hablamos. Por ello es importante saber desde dónde comemos. El hambre real es el que llamaríamos "normal" fisiológicamente hablando. Es decir, el que sentimos de forma coherente cuando hace ya unas horas desde la última ingesta. ´De un año a otro, considero que ha habido un aumento de peso muy grande en tu caso. Quizás has de analizar cómo te has alimentado en este tiempo y qué te ha impulsado a hacerlo diferente respecto años anteriores. Algo ha habido ahí que habría que analizar. Y está genial que te planifiques las comidas en casa, pero también la compra!. Siempre comento por aquí la importancia de ir con la lista hecha para no acabar comprando cosas que no tocan. Genial que no tengas diálogos internos negativos, pero no está de más que empieces a quitar procesados o alimentos insanos, por otros más nutritivos, menos calóricos y más saludables. ¿Cómo lo ves?. Gracias de nuevo! :)

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