¿Por qué realmente no funcionan las dietas?...


Si preguntásemos a varias personas lo que para ell@s es “hacer dieta” tendríamos tantas respuestas como encuestad@s. Y es que, si me permitís la expresión, la palabra “dieta” es una de las más prostituidas del diccionario. Al menos, a nivel nutricional.
Para much@s es decantarse por comer un tipo de cosas concretas, para otr@s es ceñirse a un plan de alimentación estricto durante un tiempo, excluir o añadir unos alimentos a sus comidas habituales, etc…. Pero para la mayoría, la propia palabra “dieta” es sinónimo de: restricción, limitación, exclusión, algo temporal, difícil de seguir, frustración… y un sinfín de adjetivos que generan barreras mentales o creencias limitantes. Es más, algunas personas no han empezado y ya te preguntan “¿y cuánto tiempo va a durar?” (por no decirte abiertamente “¿y cuánto durará esta tortura?”)… Es normal que con esa predisposición y desconocimiento se tengan muchos miedos y barreras. Y por descontado, que no funcione ninguna dieta a largo plazo.
Pues bien, la palabra “dieta” proviene etimológicamente de “diaita”  y significa “régimen de vida” o “forma de vivir”. Era el término que utilizaba Hipócrates (médico de la Antigua Grecia) que ya promulgaba aquello de “que tu alimento sea tu medicina y tu medicina tu alimento”. Por lo tanto, no hay nada que implique restricción ni limitación en esta definición. Viene a darnos a entender que realmente formamos parte de un ecosistema (de un todo) y que nos relacionamos a través de él, entre muchas formas, mediante nuestra alimentación.
Por ello siempre apelo a la reeducación nutricional. No a las dietas como popularmente las conocemos. Pueden haber tantas “dietas” como personas habitamos este planeta. Y es que además, cada un@ de nosotr@s somos únicos, diferentes y tenemos una microbiota intestinal distinta. Lo que a uno le puede funcionar, a otro todo lo contrario. Siempre debemos de individualizar dentro del contexto salud. No somos robots hechos en una misma cadena de montaje de una fábrica para que utilicemos en masa “la dieta de…”.
Otra cosa importante es que nuestra dieta nunca puede ser motivo de sufrimiento ni puede generarnos un estrés añadido al que se supone que ya tenemos porque queremos cambiar un hábito o corregir ciertos desequilibrios, eliminar apegos, etc…Nuestra “dieta” (forma de vida) ha de ser algo que sostengamos en el tiempo de una forma saludable, natural y nunca debe de dominar nuestro día a día. Y debemos de tomar consciencia de esa forma de vida como un camino, no como un fin. No debe de generarnos un esfuerzo mental o físico, que es lo que suele ocurrir. Si se supone que hacemos ese “nuevo plan” para ganar salud y resulta que acabamos más estresados, limitados, contadores de calorías, etc…¿qué salud ganamos?.... Pensemos en ello!.
 Si habéis recurrido alguna vez a esos productos o tratamientos express con un objetivo cortoplacista, a dietas restrictivas o creéis en los “come lo que quieras, que aquí está la pastillita mágica que luego te lo arregla”…lamento deciros que tiráis el dinero, el tiempo y las ganas. ¿Cuánto aguantaréis hasta abandonar?. ¿Cuánta rigidez mental os supone prolongarlo?. ¿Merece la pena?. ¿Realmente nos nutrimos así?. ¿Tenemos una relación amorosa para con nosotros mismos con la comida?....
Obtener salud y vernos bien a través de la alimentación no es un “sprint” de 100 metros, sino una carrera de larga distancia. No es una moda ni un reto “para verme mejor en verano” o para “entrar en el vestido para la boda”, sino para estar y sentirme bien todo el año, toda MI vida. Esa es la única “dieta” que yo sigo y recomiendo.
¿Y tú, sigues alguna?. Si te resuena y quieres comentar, adelante!.



Comentarios

  1. Sí, ahora mismo estoy en ello. Se trata de una dieta muy restrictiva. Nada de hidratos, ni azúcares. Lo paso fatal, me está costando mucho y encima veo que la pérdida de peso se desacelera. Me siento fatal, siento que no seré capaz de llegar a un peso saludable y alejar un tema que me asusta mucho (presión arterial alta, con los riesgos que conlleva). 😑

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    1. Hola Ana!. Al margen de que estés llevando una dieta baja en hidratos y azúcares, es importante que (tanto azúcares como hidratos refinados) los desterremos de nuestra vida en lo posible. No sólo por una cuestión calórica, sino porque realmente influyen muchísimo en la aparición de enfermedades metabólicas. De todas formas, nuestro cuerpo (y concretamente los órganos glucodependientes) funciona con energía, por lo que precisa glucosa (que no azúcar). Así que entiendo que tu dietista o nutricionista te estará pautando alternativas saludables para que puedas con ese "mono" y logres tus objetivos. Gracias por tu comentario!. Un abrazo.

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    2. Sé que hay que reducir los hidratos y azúcares, pero llevo fatal no poder tomar nada de leche, ni frutas de ningún tipo, ni ningún tipo de cereal.
      Y como te decía antes, tengo la sensación de que se ralentiza la pérdida de peso y me desanimo.

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    3. Por lo que comentas, es normal. Sigues una dieta muy restrictiva, que entiendo tendrá sus motivos y que harás el seguimiento correspondiente. No obstante, como siempre digo, si eso nos lleva a un estrés anímico, algo falla ahí. Te recomiendo lo revises. Nunca una dieta puede llevarnos al desánimo, Ana!.

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